
Han pasado ya muchos meses desde
la vez que Fernando anunció su partida...fue un sábado, el día más triste de mi
vida. Aquel día cuando terminaron las clases, él nos comunicó a todos que ya no
volvería, la mayoría ya se lo esperaba, es más yo misma sabía que ese día tarde
o temprano llegaría, pero nunca me imaginé que fuese tan pronto. Su repentina
partida tuvo un efecto muy doloroso en mi estado anímico; ni siquiera me
despedí bien de él, sólo quería salir corriendo e irme muy lejos, en la puerta
de salida me encontré con Julia que notó que yo estaba apuntó de llorar y tenía
razón, apenas llegó el bus, me subí en él y una vez en el asiento, las lágrimas
comenzaron a caer de mi rostro. Me costó muchos días sobreponerme a su
ausencia, pero al final llegué a sobrellevarlo aunque no del todo.
A lo largo de estos meses lo
extrañe demasiado, era imposible olvidar las tardes que pasamos juntos en
biblioteca, nuestro primer y último almuerzo, las conversaciones que
compartimos y él último día que pase con él.
Pase un día completo a su lado, en la mañana estuve con él en el salón,
una vez terminadas las clases nos fuimos a almorzar juntos, de ahí nos pasamos
a biblioteca (en la tarde) y en la noche fuimos a la fiesta del cachimbo UNI;
ese día fue muy especial para mí, sobre todo en la noche ya que conversamos de
muchas cosas, bailamos juntos en medio de la autopista y por último me acompañó
y cruzó el puente conmigo para que nada malo me pasara. Sí que fue muy
especial, es más lo recuerdo como si fuera ayer, por lo menos para mí lo fue,
no se sí para él fue así de igual de importante como lo fue para mí.
Lo peor de extrañarlo es que hace
poco conocí a una persona que tenía una personalidad parecida a la de él, que
digo parecida es idéntica, él mismo dejo, las mismas palabras, la mente audaz y
rápida que sólo él solía tener. Fue muy raro la primera vez que lo escuche
hablar, al principio creí que estaba soñando, de ahí pensé que Fernando había
regresado, pero no fue así; poco a poco me hice amiga de este nuevo compañero
de aula, el cual lleva el nombre de Daniel y descubrí que él había vivido un
tiempo por la Selva. De ahí caí en la deducción de que es muy probable de que
la mayoría de los selváticos tengan mentes tan audaces... y yo que me
preocupaba porque quizá jamás encuentre a una persona como Fernando.
Pero es muy tormentoso tener a
una persona tan parecida a él, escucharlo todos días y también se queda en
biblioteca; esto está resultando más duro aún, como que antes ya lo estaba
olvidando y ahora aparece de nuevo.
Sé que no olvidare jamás a Fernando, espero verlo algún día pero dentro de muchos años, por ahora todavía
no.
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